La fracción orgánica, comprende el 35 ó 40 por ciento del flujo total de residuos, con la que se opera de la siguiente forma: luego de la clasificación del residuo orgánico en la cinta transportadora, se traslada hasta el playón de compostaje, que es una superficie de hormigón de 225 mts2, con un sensible desnivel al centro donde se capta el lixiviado que decanta en una pequeña cámara continua; se establecen en dicho playón cuatro pilas bien diferenciadas volcando a cada una la fracción diaria por espacio de 12 ó 15 días, donde permanece 40 ó 50 días a fin de su compostación aeróbica, lograda ésta, se traslada a los lechos o cunas, como alimento para lombrices, lo que transcurrido un tiempo, se convierte en lombricompuesto (feca de lombriz); al cabo de unos meses, se retira la biomasa y se “cosecha” el humus de lombriz que queda estibado a granel a fin de mantener la humedad (básica para fortalecer los nutrientes de este fertilizante), y de acuerdo a la demanda de compra se lo embolsa en envases de 5 dm3 o en bolsas de 35 kilogramos, previo zarandeo, de  manera que resulta un producto perfectamente limpio y que consiste exclusivamente en “fertilizante orgánico de lombrices”.

Los beneficios del compostaje completado con lombricultura originados a partir de residuos urbanos, son indiscutibles ya que  a través de un proceso natural y por  biotecnología simple -  actividad microbiológica compleja que se produce en condiciones particulares eliminando gérmenes y parásitos, granos, semillas y frutos no deseables- , nos permite reciclar íntegramente la fracción orgánica recuperando los nutrientes que contienen e incorporarla a suelos empobrecidos, dedicados a jardinería y parquización.